Mejorando la equidad temprana, ideas clave para mejorar las expectativas de los alumnos de familias desfavorecidas.
La educación siempre se ha considerado como una herramienta de cambio social, como una forma de mejorar las condiciones futuras de las personas. En esta creencia se basan los sistemas educativos de todo el mundo, en que la educación conseguirá una sociedad y unos ciudadanos mejores. Todas las familias buscamos en los colegios un proyecto que siente las bases para que nuestros hijos tengan un buen futuro, incluso uno mejor que nuestra situación actual.
Un estudio reciente de la OCDE (OECD (2022). Improving Early Equity: From evidence to Action, OECD Publishing, Paris, https://doi.org/10.1787/6eff314c-en) ha revisado las evidencias sobre las desigualdades entre los niños y niñas nacidos en familias desfavorecidas (en el cuartil inferior del nivel de estatus socioeconómico) frente a los niños y niñas nacidos en las familias del sector superior, aporta datos sobre cuáles son esas diferencias y qué efectos provocan a corto y a largo plazo en eso niños y niñas, y revisa diferentes iniciativas de organismos locales y gobiernos de todo el mundo que buscan ayudar a salvar estas desigualdades.
Los cinco primeros años de vida de un niño es un periodo de gran oportunidad y gran riesgo. En este momento el aprendizaje es más rápido que en cualquier otro momento de la vida, y los aprendizajes realizados tienen gran influencia en aprendizajes y eventos futuros, como el éxito académico posterior, la salud, el empleo o las habilidades socioemocionales.
Este estudio ha encontrado que el aprendizaje en edades tempranas predice mejor el éxito académico futuro que cualquier otro factor, especialmente para los niños de familias desfavorecidas. Y estima que la diferencia entre unos y otros a los cinco años, en habilidades como la competencia lingüística temprana, las habilidades matemáticas o las habilidades socioemocionales, puede llegar a ser, de media, entre 8 y 20 meses. (OECD, 2020[6]) Early Learning and Child Well-being: A Study of Five-year-Olds in England, Estonia, and the United States,).
Algunos niños de hogares desfavorecidos obtienen buenos resultados de aprendizaje, incluso a niveles similares a los de los niños de hogares de alto nivel socioeconómico. Estos niños resistentes representan una minoría de los niños desfavorecidos. El estudio señala que esta resiliencia está presente desde etapas tempranas, y que la ausencia o el retraso de los aprendizajes clave que se realizan en este momento repercute en las posibilidades de éxito futuras. No obstante, los niños resilientes demuestran que es posible obtener resultados equitativos y muestran a los responsables de la educación y a los responsables políticos los factores que hacen posible la equidad temprana. (Shuey, E. and M. Kankaraš (2018), “The Power and Promise of Early Learning”, OECD Education Working Papers, No. 186)
El estudio tiene en cuenta varios proyectos e iniciativas de diversas partes del mundo como Reino Unido, Brasil, Canadá o Estonia, que señalan las políticas o medidas generales que pueden tomarse para mejorar esta equidad temprana. Las medidas que resalta el estudio son: facilitar el acceso a escuelas infantiles, asegurar una alta calidad de las escuelas infantiles, favorecer y potenciar la mejora de las relaciones entre las familias y la escuela, y mejorar la calidad de los entornos de aprendizaje en los hogares.
El desarrollo de las habilidades socioemocionales merece una mención aparte. El estudio muestra que los niños de familias desfavorecidas tienen un nivel más bajo de desarrollo socioemocional que los niños de familias favorecidas, sobre todo en habilidades clave como la curiosidad, la empatía o la confianza. La curiosidad es esencial para el aprendizaje, anima a explorar, y la empatía anima a los escolares a construir relaciones y colaborar, influye en la mejora de las habilidades lingüísticas, su capacidad de aprendizaje y su bienestar.
Desde la escuela también hay algunas medidas que pueden ayudar a salvar esas diferencias o, al menos, ayudar a disminuir los factores de riesgo:
- El acceso a la escuela infantil de calidad, ya que la asistencia a la escuela infantil de los niños en desventaja está relacionada con una gran mejora de las capacidades cognitivas. Más aún, mejorar la calidad de la atención educativa de las escuelas infantiles, pasando de una atención media a una de alta calidad, puede doblar el crecimiento en la capacidad de comprensión verbal de los niños, además de otras mejoras en competencias como la habilidad matemática o el desarrollo socio-emocional.
- Fortalecer las relaciones entre la escuela infantil y las familias. La vinculación de la familia con la escuela es un factor de protección, sobre todo para las familias más desfavorecidas. Los niños y niñas de familias desfavorecidas cuyas familias están implicadas en actividades de la escuela tienen mejores resultados que aquellas cuyas familias no están implicadas. Esta mejora de los resultados puede observarse en dominios como las habilidades lingüísticas, las habilidades socioemocionales o la memoria de trabajo.
- Proporcionar consejos y recursos que mejoren los entornos de aprendizajes en las casas. En concreto: que las familias lean libros regularmente con los niños y niñas, que los niños tengan libros disponibles en sus casas, y tener conversaciones “de ida y vuelta” sobre el colegio, el aprendizaje y las tareas.